Booklet #15: Se va la tercera (II)
Segunda parte de nuestras aventuras en el mundo de la web, los NFTs y qué significa todo esto para la industria musical.
Buenas tardes, amigues de Booklet. Hace dos semanas paseamos un poco por la “financierización” de la música y este lunes nos toca retornar a la serie de web3. El primer número lo pueden leer acá. En el mes en el que nos alejamos de este terreno nuevo y muchas veces pedregoso de entender, aproveché para investigar mucho más sobre este “momento transicional” en el que estamos viviendo desde la industria. Creo que el protagonismo del aspecto más financiero de los “activos musicales” que hablamos en la entrega anterior tiene mucho que ver con las propuestas que se barajan ahora. Pero me estoy adelantando.
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El newsletter de hoy va a estar algo basado en la presentación que me pidieron dar la semana pasada lxs amigues de FUTURX en un encuentro sobre web3 y NFTs. Estuvo muy interesante y, lo más importante de todo, se compartió mucha data. En ese sentido lxs invito a sumarse al Discord de FUTURX donde se habla mucho de esto. La semana pasada también se publicó este artículo con los disparadores para pensar la web3 en la música desde Latinoamérica. Yo lo recomiendo.
#15 - Se va la tercera, parte 2
No soy la persona que más entiende de este tema de economía digital, NFT, criptoarte. Me costó y a veces cuesta entender ciertas cosas de este nuevo ecosistema, y es un proceso de aprendizaje que todavía está vigente. Uno de los “caminos mentales”, si tenemos que llamarlo de alguna manera, que más me sirven para poder entender esto es hacer un recorrido hacia el pasado. Por eso la entrega anterior se concentró en el pasaje de la web2 a la web3. Pero me quedaron ganas de decir más cosas, específicamente con todo lo que tiene que ver con la descentralización y el gatekeeping. Quizás sea algo reiterativa, así que si te aburrió la entrega de principios de enero, ahora es el momento de pegar la vuelta.
Para hacer un breve repaso. La pura existencia de la web3 implica la existencia “pasada” o en simultáneo de la web2. Y si hay una web2, pues entonces hubo una web1. Lo más conveniente es definirla a través de adjetivos. El más importante de todos ellos seguramente es “estática”. El usuario estaba limitado a ver el contenido de una forma completamente pasiva. La web a la que estamos acostumbrados, la que permea nuestra experiencia presente, es la web2: se buscó facilidad de uso, se buscó generación de contenido, y en este espacio es donde surgen los protagonistas y a la vez antagonistas de esta era. Estamos hablando de las plataformas.
Tenemos mucho para decir acerca de la web2 y del gatekeeping que ejercen estas plataformas, que por dar un ejemplo pueden ser Facebook o Google. Pero uno de sus principales problemas es que no está preparada para la economía de los creadores. Los modelos de negocio de estas plataformas, es decir, la forma que tienen de hacer plata, en esencia están pensados y se desenvuelven de una forma opaca, tanto para nosotros como usuarios como para los creadores que, idealmente, sueñan con vivir de su contenido.
El 1% de los streamers de Twitch se llevan más de la mitad de todas las ganancias. El 90% de las regalías generadas en Spotify van para un 1.4% de los artistas. El 99% de los artistas, que, si quieren, podemos llamarlos también creadores de contenido para poder ponerlos en una bolsa más grande de análisis, está en una lucha permanente para poder obtener un ingreso de subsistencia.
Es cierto que esta web2 iba a traernos un mundo en donde cualquiera iba a poder crear lo que se le dé la gana y subirlo para que otros lo puedan disfrutar, pero cobrarlo es otra cosa. Ese dinero existe, digamos que se mueve, pero no se mueve en dirección de los creadores. ¿Y entonces, dónde es que va? Ahora hablemos de estas plataformas, o ya podemos empezar a pensarlas como “gatekeepers”. En su infancia, las plataformas necesitaban encontrar una forma de ganar dinero, y ese dinero no se lo iban a dar las personas. No iban a poner su tarjeta de crédito o su cuenta bancaria porque no era el momento, el uso de Internet en este sentido no estaba desarrollado. ¿Cómo consiguieron este dinero? La monetización.
Un ejemplo de gatekeeping en el caso de las plataformas: el llamado “adpocalypse” de YouTube, que en realidad son varios.YouTube cambia las reglas del juego y muchos creadores dejan de poder monetizar sus videos. A lo que voy es: no importa el contenido, importan las reglas, y quién las hace. No las hace el estado, no las hace internet, las hacen las plataformas, que usan la opacidad de su tecnología para monetizar el contenido de los creadores mientras ellos ven un porcentaje ínfimo de los ingresos publicitarios. Cada plataforma tendrá sus particularidades, y hoy en día no hablamos únicamente de monetización por publicidad, sino que además también podemos ver un sistema de suscripciones.
Cuando hablamos de web3 en el arte, tenemos que considerar que estamos no hablando de volar estas plataformas hacia el más allá -todavía- sino traer la descentralización al medio de la conversación. Traer otra, lo que podríamos llamar “tecnología fuerte” y esto quiere decir que no es ella la que se tiene que adaptar al mundo, sino el mundo el que se tiene que adaptar a ella, ponele.
En criollo, proponer un nuevo modelo que le saque esta ventaja enorme a las plataformas, que abra el jardín que ellas cercaron con estos vidrios polarizados para que no podamos ver para adentro. La promesa de la web3 es destrabar este jardín del Edén para creadores, artistas, músiques, y realmente explorar el sueño liberador de internet que venimos trayendo desde la web1.
Lo prometo: en la próxima entrega me voy a poner menos filosófica y más concreta en todo lo que tiene que ver con DAOs y NFTs.
Feliz comienzo de febrero, les mando muchos vermucitos simbólicos,
Bárbara